Memorias de una Memoria. Por Arnaldo Alfredo Delgado Fernández

Cuando se hable de martianos en Santiago de Cuba es imprescindible hacer mención de las maestras de la escuela Spencer, por su ardua labor en la preservación del legado del Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí….

No cabe duda que la escuela, fundada en 1905 para estudios de 1ro a 6 to grado, solo para hembras, se convirtió en una fragua de martianos en la “Ciudad Indómita”. Apelando a la memoria histórica es justo recordar numerosos nombres entre los que sobresalen; Ángeles Ramírez de Martínez, primera directora del plantel; Mercedes Álvarez de Rondón, Mercedes Téllez Suarez, Manuela Miyares de León, Trinidad Portuondo de Blasco, Rafaela Millares, Isabel Masó Moya, Cecilia de Moya Rosell, Carmela Cruz Bustillo, Concepción Ferrer, María Caro de Chacón entre otras maestras y directoras del plantel y su Comisión Pro Martí.

Pero seríamos injustos sino recordáramos con una admiración especial a las (Rodríguez – Guibert), Gloria, Leonor y María Caridad “Macusa”, esta última como directora del plantel, en la inauguración del mausoleo (1951) junto a las alumnas de la escuela expresó emotivas palabras:

Estamos en el soberbio Mausoleo que dentro de breves horas guardará los restos del más grande de todos los cubanos, debemos sentirnos satisfecho de haber cumplido en parte con él y digo en parte porque se habrá cumplido su totalidad cuando todos los cubanos conozcan y practiquen sus sabias doctrinas llenas de amor, de justicia y equidad.  

Y es que a las Rodríguez – Guibert, Martí les llegaba desde la cuna, inundada de un profundo espíritu martiano. Testigo físico de ello es la memoria del único hijo de Macusa, Alfredo Iglesias Rodríguez, quien recuerda las reuniones de organizaciones martianas en la sala de su casa, donde siempre se discutían temas referentes a la vida y obra del Apóstol.

Alfredo  se recuerda  la singular visita a una de ellas, de una anciana que  había conocido a Martí en la casa de huéspedes de los Mantilla siendo apenas una jovencita, Alfredito, niño lleno de curiosidad, nunca olvidó las palabras de elogios de aquella señora a “Pepito”, como ella llamaba al Maestro.

Alfredo olvidará el nombre de esa señora que aludía constantemente a la pureza del Apóstol, pero las palabras de ella y luego la explicación sobre las mismas que le diera Macusa, quedaron en su memoria. Alfredo nos cuenta:


De niño, muy niño me sentaban en una esquinita de la sala, entre la sala y la saleta, a escuchar las reuniones del ejecutivo los martianos, Estudios de Martianos. Estoy hablando   de Aguilera Maceiras los Ibarra, Macusa, y un par de personas más. De ellas la más jovencita de todas (retratada con María Caridad Rodríguez Guibert en Tampa) siempre hablando a solas con Macusa después de las reuniones preguntaba  ¿por qué Martí escribió la niña de Guatemala?,  y Macusa trataba de explicarle…

Según la anciana, refiere Alfredo: “Pepito” era muy respetuoso y  ella nunca vio una falta  ni en la  mirada de Martí, a ninguna de las Mantilla, a ninguna  de las señoritas que habían en la casa, ni a nadie, asegura era muy respetuoso y simpático.

En la mesa de comer siempre llevaba un lápiz de grafito blando para escribir en las servilletas de papel, que se ponían en la mesa “costumbre norteamericana” y ahí él siempre tenía una esquelita para cada una de las muchachas de la mesa, y hasta para la que llegaba  con los rolos puestos, él encontraba un versito para decirle que los rolos le quedaban bonitos.

Asegura que nunca vio ningún acto de falta de respeto, claro estamos hablamos de una señorita de aquella época, inocente, que desconoce las maldades de la humanidad pero todo parece indicar que no hubo tal cosa nunca, según declaraciones de una testigo que vivió meses en la casa de los Mantilla.

Es de notar que el Apóstol, le pedía a las muchachas que si habían guardado alguna caja de zapatos, intrigada por la pregunta se pusieron a investigar porque Martí buscaba cajas de zapatos y… era para coger el cartón de la caja y ponerlo en la suela llena de huecos de sus zapatos; andaba con una maleta pequeña de piel, llena de dinero y los zapatos con hoyos.

Creo que todo tema que se aparte de los zapatos con hoyos,  no es digno de cubano, es como si yo estuviera viendo la vecina que se crió conmigo si tuvo uno o dos maridos o la hermana si es más o menos decente. Creo que hay cosas que hay que mirar con la ‘vista gorda’ que dejo a los “sietemesinos” inmiscuirse en las vidas íntimas, que tanto se ha puesto de moda en estos tiempos.

Fuente: Cuba Ahora

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